La capital verde

06-03-2009
Hace pocos meses un equipo de científicos de la Universidad de Florida reveló la existencia de comunidades urbanas en pleno centro de la selva amazónica brasileña. Eran poblados amurallados donde pudieron vivir unos cincuenta mil habitantes antes de la llegada de los conquistadores. Su diseño muestra una compleja forma de planificación regional. Caminos que conducían a plazas centrales, construcción de diques y lagos artificiales, tratamiento de pantanos, zonas dedicadas a la agricultura. Todo esto en el interior de esa selva absorbente. Una zona que se había considerado libre de la huella humana.

Ese poblado bien pudo ser en cierta época una pequeña capital verde. Este año se ha elegido en Europa una capital que llevará este título durante todo 2010. Estocolmo. Un archipiélago lleno de historia, situado en las costas del Mar Báltico, formado por catorce islas, donde el frío se impone durante casi todo el año, el centro industrial y financiero de Suecia. Esta capital repite en su protagonismo, en 1972 fue el lugar que dio nacimiento al Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente y en 1998 sería elegida Capital Europea de la Cultura.

Hace más de tres décadas salía de allí una declaración que advertía de los riesgos que corría el planeta si los seres humanos no armonizaban la búsqueda del desarrollo con la naturaleza. “A nuestro alrededor vemos multiplicarse las pruebas del daño causado por el hombre en muchas regiones de la Tierra”, se escribió. Ha pasado el tiempo y no se avanzó lo suficiente. Hoy el planeta vive con mayor fuerza las consecuencias de un calentamiento que no dará señales de retroceso durante este siglo. Sin embargo, los suecos en su cultura de eficacia y orden parecen haberse comprometido en serio con aquella misión. Dentro de veintinueve países de Europa ocupan el puesto veintidós en emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, es el país más grande ubicado en los últimos puestos.

La Comisión Europea ha creado este premio para promover una calidad de vida ecológica e incentivar a otras ciudades a que mejoren en este aspecto. ‘La Venecia del Norte’, como se conoce también a Estocolmo, fue elegida por varios aspectos. La emisión de gases de efecto invernadero es la mitad del promedio nacional, el noventa y cinco por ciento de su población tiene acceso a zonas verdes a menos de trescientos metros de su casa, ha creado más playas aptas para el baño y la recreación, disminuido significativamente el ruido, establecido tasas para reducir el uso del automóvil y los atascos a la vez que ha aumentado el uso de la bicicleta y del transporte público. Y dos cosas clave. Ha encaminado la planificación ambiental de la ciudad a lograr la eliminación total del uso de combustibles fósiles en el año 2050, y ha creado una política de comunicación para compartir su experiencia.

El año pasado fue el décimo más caliente desde 1850, y este año Naciones Unidas ha dado a conocer que el calentamiento global va más rápido de lo que se había diagnosticado en 2007. EEUU, Rusia y Europa siguen a la cabeza mundial en la emisión de gases de efecto invernadero, y sus ciudades son el foco de esas emisiones. En este contexto, el nuevo premio de la Comisión Europea parece un poco retrasado, vista la gravedad del problema y la responsabilidad que tiene Europa en su origen. Sin embargo, por encima de su oportunidad está el mensaje de cambio que envía. Y eligió la ciudad justa.

Estocolmo no está en la Amazonía, pero comparte un mensaje sencillo de bienestar social, cuidado de la naturaleza y belleza. La importancia de aquel descubrimiento científico no estuvo tanto en el tipo de organización urbana ni en la mayor o menor complejidad de su planificación, sino en saber que pudieron convivir conglomerados humanos y biodiversidad donde se pensó que no. Esos habitantes desaparecieron, hoy únicamente tenemos el mensaje de los restos arqueológicos.

No se trata de insinuar que se pueden incrustar ciudades en selvas. Se trata sólo de asumir que los seres humanos pueden convivir mejor con la diversidad de la naturaleza.

Estocolmo es una ciudad moderna, industrial, con logros ambientes ejemplares y con metas ambiciosas. En las aguas que la recorren se puede pescar y también se puede nadar tranquilamente. ¡Um…! Esto último, si el frío lo permite.


*Fotografía: Richard Ryan.

Publicado en:
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/la-capital-verde_4866741-1

No hay comentarios: