El Arca de las nuevas generaciones

27-06-2007
Hoy es evitable. Noé abrió la pequeña ventana del arca donde había permanecido resguardado durante varios meses de un diluvio arrasador. Envió una paloma para ver si había algún lugar con tierra seca. La paloma volvió. No había carne de hombre ni de animal que respirara. Todo había muerto. El dios Yahvé decepcionado de tanta violencia y maldad de los humanos había decidido acabar con todo. Y empezar de nuevo. Los ocupantes del arca eran los únicos sobrevivientes. La semilla de un nuevo mundo.

Miles de años después veinte carpinteros turcos y alemanes liderados por Greenpeace han vuelto a construir un arca en el Monte de Ararat, la mítica montaña ubicada en el centro de Eurasia, donde Noé anclaría su maltrecha barca. Estuvo lista días antes de que el G-8 se reuniera en Alemania para acordar medidas que frenaran el calentamiento del planeta. Niños, músicos y diferentes personalidades leyeron desde la nueva embarcación una declaración que exhorta a los líderes del mundo a que tomen medidas urgentes. Esta vez 208 palomas salieron del arca rumbo a cada país con un breve mensaje.

“Queremos expresar nuestra grave preocupación acerca de los efectos devastadores del cambio climático. El cambio climático causará sequías extremas, crisis por falta de agua, escasez de alimentos […], acontecimientos meteorológicos extremos e inundaciones, de una magnitud que no se había escuchado desde que la historia de Noé se contó por primera vez […]. Les instamos por lo tanto a cooperar urgentemente a nivel global para combatir este cambio catastrófico del clima…”.

No obstante, los 8 presidentes de los países que emiten la mitad de los gases de efecto invernadero en el planeta no se comprometieron a nada concreto. "No acepto bajo ninguna circunstancia la imposición de objetivos concretos. Me da igual si esto es erróneo", dijo el presidente del país que más contamina. Días antes China e India habían remarcado que tampoco se comprometían a nada porque ellos tenían también derecho al desarrollo. Que paguen los que causaron el problema, argumentan. Las 208 palomas siguen volando en busca de tierra firme.

Si el cambio climático y la ausencia de compromisos serios en su mitigación son un problema grave, más desafiante resulta saber que el problema es mayor. Al calentamiento hay que sumarle la contaminación de ríos y lagunas por desechos industriales y excreciones humanas, la tala imparable de árboles, la cacería de animales en tierra y mar hasta llevarlos a la extinción… Lo que hace que la exigencia de disminuir al máximo las emisiones de estos gases sea sólo una parte de la solución. Se necesita más.

El problema desafía la cultura actual, los patrones de consumo, las formas de solidaridad mundial. “La gente tiene que tratar de aceptar un umbral de confort diferente”, expresó Rajendra Pachuri, presidente del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Pero Pachuri se frena en la sugerencia.

El diluvio universal se escribió como una sentencia irrevocable; por el contrario, el deterioro que se le infringe hoy a la naturaleza y los efectos que esto representa para la propia vida humana son evitables. En la metáfora de Noé el problema no se pudo resolver, o mejor, se resolvió arrasando con todo y el arca fue la salvación de unos pocos. Pero en la historia actual no es dios Yahvé el que decide qué hacer, sino, los hombres. Aunque, igual que en la mítica historia, la solución de fondo parece ser la misma: nuevos seres humanos. Cuesta decirlo, pero es así. Seres que sepan vivir en una naturaleza finita, entre millones de semejantes y con bienes naturales escasos que toca compartir. Y lograr esto no requiere destruir todo lo existente para que crezcan las nuevas semillas.

Considera M. Gorbachev que la amenaza nuclear que representó la Guerra fría para el mundo tuvo un final pacífico gracias al realismo, la anticipación a los problemas y la fuerza de voluntad. Hoy los líderes y las nuevas generaciones tienen un desafío planetario mayor.

Y aunque en la vida cotidiana no reina el optimismo en estos temas, algo que puede resultar un poco esperanzador es el hecho de que algunas de las últimas mensajeras lanzadas desde Ararat han regresado. Con hojas verdes en sus picos.

>>Publicado originalmente en:
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3630209.html




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