García Márquez: de Trento a Roma

14-04-2007
América Latina desde Oriente debe verse distinta, inmensa, triste. Tenía 28 años. Se encontraba en China y visita a una amiga panameña que le recomienda el libro. Lo compra en Venezuela. Atraviesan el Atlántico y una parte de Europa. Cruzan el Mediterráneo y luego el norte de África. Aterrizan frente al Mar Arábico, en Omán.

Cada "jueves y viernes (los días feriados en el Medio Oriente) me sentaba bajo el techo de la enramada a leerlo, mientras los cuervos hacían de las suyas y me ambientaban más en la historia que leía". En el foro sólo deja su nombre: María. Y su transnacional lugar: "entre London, Maracaibo y Lima".

Cada una se toma el trabajo de escribir el párrafo más cercano en el breve espacio que la cadena de noticias BBC dispuso para que la gente compartiera cómo y cuándo fue su primera vez con Gabriel García Márquez. Cada uno desde lugares tan distintos participa del homenaje que se le efectúa este año. Desde El Vaticano y Múnich, pasando por Toronto, Tijuana, Maracay, Lima, hasta La Serena, en Chile los lectores opinan. La mayor parte le expresa su reconocimiento. Otros le reprochan sus ambigüedades políticas. No obstante, es como si una sola voz intentara hablar.

Las palabras parecen escritas esperando que lleguen envueltas en una carta a la puerta de su casa. Que ojalá García Márquez pueda leerlas y comprender el impacto que sus libros han logrado en los lectores invisibles. Aún mejor si puede sentirse amigo de cada uno y de cada una de ellas. "Deseo que Dios le siga dando muchas bendiciones y lo cuide para siempre", dice Yelitza desde Caracas. Palabras familiares. Pero sobre todo impregnadas de la calidez cotidiana.

Para cada lector hubo un primer instante de contacto con sus páginas. En una mudanza encontré un libro viejo y polvoriento cuyo nombre había mencionado el profesor de español, dice uno. Yo observé que una empleada leía un libro a escondidas en la fábrica, anoté el título y luego lo compré, dice otra. No tenía para comprarlo, así que sólo escuchaba las historias, otro más.

Muchas vidas anónimas son protagonistas. Están conectadas en ciudades y pueblos por sentimientos y fantasías que los libros le despertaron: "Siempre he querido elevarme como remedios", dice Isis, Columbia. Y también están conectadas por narraciones que no fueron escritas precisamente para divertir o engrandecer a la lengua española. "Estaba leyendo Cien años de soledad, un premio Nobel, cuando de pronto en el capítulo XV La matanza de las bananeras me doy cuenta del valor histórico del libro", firma Luis González, Belo Horizonte.

Pero más importante que la primera vez en la que entras en contacto con un libro, es la huella que ese libro puede dejar. Los de García Márquez están hoy en el morral de algunos jóvenes viajeros que vienen a conocer si Colombia sigue siendo el pueblo pobre y mitológico de Macondo. Llena de niños con cola de cerdo.

Y están en la vida de latinoamericanos que viajan por Europa con una ilusión entre maletas. Leerlo "me ha hecho más perseverante con mi vida, siempre persiguiendo objetivos". Uno de sus libros "lo leí en 3 horas en un tren de Roma a Trento (Italia), cumpliendo uno de mis sueños, y sé que Márquez influyó de cierto modo", Mario García Pompermayer, Monterrey.

Gabriel García Márquez ha tratado de no sucumbir ante la fama pero muy especialmente de no equivocarse, de ser cuidadoso con sus palabras. "¿Qué clase de misterio es ese que hace que el simple deseo de contar historias se convierta en una pasión, que un ser humano sea capaz de morir por ella; morir de hambre, frío o lo que sea, con tal de hacer una cosa que no se puede ver ni tocar y que, al fin y al cabo, si bien se mira, no sirve para nada?", expresó alguna vez. No obstante, el tiempo se encarga de tamizar las palabras y de ir mostrando cuán equivocas pudieron ser.

"Tengo diecisiete años, soy de las clases más humildes de Bogotá y la esperanza de triunfar como escritora, se pierde por momentos aquí, pero cada que miro mi primer libro la meta se vuelve un hecho firme. Todo gracias a Gabo". Nathali. Bogotá.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Caray! Que emocion me ha dado leer este Articulo! No sabia que existia! Un Saludo muy grande desde Mexico! Atte: Mario García Pompermayer