Mongoles, neandertales y lagartos: tan lejos y tan cerca

28-05-2010

Los recogen donde murieron. En el lugar donde sus patas se derrumbaron por el hambre y los vientos gélidos del invierno. La gruesa piel ya no encuentra la carne que la alejaba de los huesos. Los cadáveres son apilados unos sobre otros en carretas de madera para luego ser enterrados en zanjas. Vacas, camellos, caballos, cabras y ovejas son recogidas de los establos ahora que la primavera ha empezado a menguar el frío. Estremece ver tantos animales muertos unos sobre otros hasta sumar más de ocho millones, una cifra de holocausto. Esto está pasando ahora, en Mongolia. ¿Dónde? Sí, en esas tierras de Asia que parecen no existir.

Cerca de ochocientas mil personas se han visto afectadas. Mongolia es un país pobre, donde casi un tercio de sus tres millones de habitantes son nómadas, y una gran parte de ellos combinan su forma de vida con la ganadería. La sucesión de estaciones extremas explica la situación difícil que ahora está viviendo. Estimulados por el aumento del precio del casimir la década pasada, los pastores aumentaron la cría de cabras desplazando a la de ovejas. Pero las cabras no sólo se comen los cogollos del pasto, sino que también meten sus dientes en las raíces, y sus pezuñas degradan la tierra. El último verano fue demasiado seco y la hierba no creció lo suficiente, luego siguieron fuertes nevadas, hasta que finalmente un invierno del que no se recuerdan antecedentes vino a matar a unos animales que ya estaban flacos. ‘Tenías que estar toda la noche chequeando el corral para estar seguro que ningún animal fuese enterrado por la nieve’, dice Tsegmediin Purevsuren, uno de los pastores que ha perdido casi la totalidad del rebaño.

Un mal uso del suelo, por un lado, y los efectos extremos del cambio climático en la intensidad de las estaciones, por el otro, tienen a este país en estado de emergencia humanitaria. Naciones Unidas ha intervenido rápidamente pagando poco más de un dólar y medio por cada cadáver enterrado para evitar el surgimiento de enfermedades y la contaminación del agua. Y es de esperar que un problema de esta magnitud trajera aparejado otros más. Los pastores empobrecidos y sin formación se desplazan a los tugurios urbanos, y la mortalidad infantil se ha disparado debido a la escasez alimentaria.

Cómo se puede entender todo esto. En los últimos días los Neandertales han recobrado actualidad, porque finalmente la genética vino a comprobar lo que ya era una tesis fuertemente aceptada por la paleontología: que Sapiens y Neandertales se dedicaron en algún momento de la historia al acto de la copulación, y he aquí sus descendientes. Las poblaciones de origen europeo y asiático poseen entre un uno y un cuatro por ciento de genes que provienen de los Neandertales. No obstante, sobre ellos subsisten asuntos más inquietantes. Y en las respuestas a veces es mejor no profundizar para no entrar en pánico. Qué paso con ellos. Por qué no están aquí con nosotros compartiendo nuestras angustias y soledades. Cuánto padecimiento significo la desaparición de cada uno de ellos. Una de las razones principales que se esgrime sugiere que se extinguieron por la presión que ejercieron la falta de alimento y las fuertes condiciones climáticas. Las poblaciones de Sapiens lograron extenderse, no sin padecimientos, a lo largo del planeta y a los lugares donde han llegado han dejado su huella. Una huella penetrante que arrincona a toda la naturaleza y a la propia existencia humana.

Gorilas, bonobos, elefantes, tortugas, iguanas, armadillos, ranas, tiburones… se encuentran en vía de extinción. Ahora también los lagartos, que debido al aumento de temperaturas tienen que pasar más tiempo en la sombra en desmedro del tiempo que dedicarían a la alimentación. Cerca del uno por ciento de las especies de la tierra desaparecen cada año. En todos estos fenómenos está implicada la presión humana.

De este modo, aunque parezca tan lejano, los mongoles, las cabras que aún les quedan y los lagartos del trópico están compartiendo el origen de un gran problema. El incontrolable exceso de los propios seres humanos. Sus acciones en conjunto tienen la capacidad y el poder de cambiar las condiciones climáticas, de secar los ríos, de degradar la tierra que se necesita y de determinar si se extinguen o no más especies. La desaparición de los Neandertales pudo provenir del arrinconamiento de la naturaleza, no obstante, miles de años después sus concubinos han logrado hacer lo contrario, y con ello, arrinconarse a sí mismos.

La crisis de los pastores mongoles ha encendido las alarmas en el mundo apuntando a los efectos devastadores de la degradación ambiental y el cambio climático. Ahora se teme que la lluvia y los vientos de la primavera puedan estropear aún más sus tierras.

El país invisible del viejo Gengis Khan necesita ayuda.

Fotografía: Gilles Sabrie para el The New York Times, 19-05-2010.

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