Espejito cubano


17-01-2009
¿Qué pasa cuando nos miramos al espejo y descubrimos que aparece un rostro extraño o algo que no es lo que esperábamos ver? Alberto Korda hizo muchas fotos de la Revolución cubana, pero hay unas que son difíciles de olvidar. La de Fidel Castro, en el viaje que realizó a los Estados Unidos en 1959, levantando la cabeza para contemplar en lo más alto la estatua gigante de Abraham Lincoln. La del Che Guevara llevando una boina sobre su melena y simulando mirar al infinito. Y las de bellas mujeres, jóvenes glamurosas del modelaje o jóvenes glamurosas de la Revolución.

En estas últimas hay una que destaca y que se repite en las revistas y publicaciones que durante este mes rememoran aquellos años en blanco y negro. Son dos cubanas sentadas en el muro de un andén, la del lado derecho cruza sus piernas; la del izquierdo, las tiene levemente abiertas. Están concentradas, su entorno no las perturba, ni las marchas triunfales, ni el calor del alboroto. La del lado izquierdo lleva puesta una boina en la parte derecha de su cabeza, a lo Guevara, pero con más estilo; la otra lleva su cabello descubierto con un moño de la época.

Van de camuflado serio, como lo exige la ocasión. Las dos se han detenido a embellecer su rostro, a poner un poco de rubor en sus mejillas, a peinarse. Con una mano se arreglan y con la otra sostienen un espejito. Se dedican un instante para sí mismas sin forzar nada, no se engañan ni engañan a nadie. Mirarían una mejilla, bien; mirarían la otra, perfecta. Qué otra cosa necesitaban en ese instante distinta de encontrar sus rostros tal cual son, tal cual se esperaban ver. Coquetas, presumidas. Listas para la posteridad.

Si estas mujeres aún no han muerto, deben de ser dos ancianas orgullosas de haber participado de aquella ilusión revolucionaria, pero decepcionadas de haber visto cómo todo ello se derruyó y cómo una parte de las nuevas generaciones sólo espera a que los septuagenarios mueran lo más rápido posible.

En esta quincuagésima conmemoración hay de todo. Estreno de películas, exposiciones, entrevistas, dedicatorias exclusivas, reportajes extensos y demás, pero casi todo huele a cajas guardadas, a pasado mohoso, a momentos románticos. Del presente se muestra poco. No sucede como en los aniversarios clásicos de otras tierras donde se rememora el pasado porque el futuro que se ha derivado es mucho más grande. Ahora los calificativos agrios sobran. Revolución subvencionada, le llaman unos; símbolo de lo que no se debe hacer, le llaman otros; cementerio de esperanzas, le llaman otros más. Los pocos calificativos bondadosos vienen de la misma izquierda de siempre, la del partido, la religiosa.

Pero los amores profundos y las detracciones sin piedad al experimento antillano sirven para muy poco. Los dirigentes cubanos pensaron que al adoptar un camino diferente llegarían más rápido al sueño del progreso que sus vecinos. Que llegarían pronto a fabricar el hombre nuevo. Sin embargo, al final se volvieron a encontrar en el mismo atolladero en el que se encuentran sus vecinos -La dictadura cubana es una hija fiel de las dictaduras mesiánicas de América Latina, sólo que con menos muertos y un espíritu caribeño.

Pero es que Cuba es un símbolo de dignidad y de resistencia, continúan enfatizando algunos. “Asistimos al retornar de la prostitución y entregamos nuestros cuerpos de hombre nuevo para comprar un ventilador o un par de tenis”, respondería una joven escritora residente en la isla. A estos defensores se les olvida que la precariedad y la carencia son unas de las aflicciones más humillantes cuando se pueden evitar. Y la resistencia no es más que una torpeza política -ni siquiera los rusos han sido tan testarudos.

Y es que Cuba ni es un modelo, ni tiene al frente un modelo. A esta altura del siglo ninguna nación de América Latina ha podido ser un referente para sí misma y para las otras. Si te pones a buscar lo mejor, sólo hallas pedazos destacados, pequeñas luces que tienes que escarbar aquí y allá. Tres o cuatro calles ejemplares en una gran ciudad, tres o cuatro sectores económicos pujantes protegidos con seguridad privada del hambre de las favelas, tres o cuatro universidades con algo de reconocimiento internacional. La única excepción serían los artistas y los deportistas, que al final son los que terminan sacando la cara por todos. Allí están los países andinos inmersos en un desorden que no tiene ni pies ni cabeza para desenredarlo, allí están los jóvenes de Centroamérica enrolados en maras porque tal vez sea más divertido vivir de la muerte y el crimen que envejecer esperando un empleo.

A diferencia de las jóvenes modelos de Korda, Cuba se mira al espejo y no encuentra ese perfil de foto necesario, ese rostro glamuroso que esperaba ver, mira en el espejito de maquillaje de sus vecinas y tampoco se halla. Sus vecinas se miran y la miran a ella de reojo y les sucede lo mismo. No se asustan. Pero ninguna tiene motivos suficientes ni para la coquetería ni para el orgullo.

*Fotografía: Alberto Korda.

Publicado en:
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/espejito-cubano_4775845-1

http://www.diariohorizonte.com/view/articulo.aspx?articleid=22376&zoneid=31

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que razón tienes, porque el camino de los justos solo puede ser seguido por la persona que lo comienza el resto ha de hacer siempre su camino y no puedes exigir nunca a los demás tu propia vida, se olvidaron que el hombre nuevo no existe en si sino que se forma con la edad y lo que nacen hoy en esa cuba diferente a la de la dictadura que dio paso a esta otra no la ven más que como eso una dictadura porque el hombre nuevo ha de seguir evolucionando y pudiendo elegir su propio camino. Precioso tu artículo, sigue así. muchas gracias.

Humberto Alarcón dijo...

Las revoluciones (modernas) suponían la posibilidad de que los hombres asumieran sus destinos. La tragedia de la revolución cubana radicó en su implementación: anulo la posibilidad de que los cubanos decidieran sobre sus propias vidas. Con la revolución no llegó el hombre nuevo, con ella los cubanos perdieron la posibilidad humana de controlar, ya no pudieron decidir cuando, cómo y donde… Es triste constatar que luego de 50 años de revolución "casi todo huele a cajas guardadas, a pasado mohoso, a momentos románticos. Del presente se muestra poco."
Tal vez eso se deba a que la cuba de hoy es una cárcel para algunos y un museo para otros.
Gracias por el artículo, logras construir una excelente foto de la cuba contemporánea.