El regreso de Rusia


01-12-2008
Antes de jugar hay que saber a qué se juega. América Latina es esa gran región del continente que lleva buscando hace más de un siglo lo que han logrado los de la América anglosajona. Ha visto pasar un imperio tras otro. A veces asumiendo con resignación la condición de "patio trasero". Otras veces tratando de desprenderse de esa condición más con altanerías que con inteligencia. Y ahora, creyéndose estratega en la estrategia de otro.

Casi dos décadas después del desplome de la Unión Soviética, el gobierno ruso vuelve a mostrar interés por América Latina. Algo que resulta interesante en un momento en que las relaciones internacionales viven un recambio. No obstante, este renovado interés no se debe a lo atractivo que puedan ser los paisajes naturales, la cultura o las economías de la región. Se debe al terreno que los rusos han perdido en sus propias ex repúblicas. Vale aclarar, pérdida de poder en lo que antes constituía su propio territorio.

Paralelamente, Rusia ha visto en estos años cómo la Unión Europea, los Estados Unidos y, más recientemente, China ganan influencia en esas ex repúblicas. Y no debido tanto a que estos tres tengan una política exterior más atractiva, sino, más bien, producto del desencanto y el miedo que los mismos rusos se han encargado de extender en Europa Oriental, en el Cáucaso y en Asia Central.

Una cadena de hechos desencadenados con ocasión de la guerra que mantuvieron Rusia y Georgia a principios de agosto de este año evidencia parte de este miedo. Los rusos quisieron aprovechar el ataque de Georgia para demostrar el poder que aún tienen. Pero la desproporción militar con la que lo hicieron les hizo más daño que beneficio. En un efecto dominó, Europa del Este respaldó la integridad territorial de Georgia, Polonia se apresuró a dar la última firma a la instalación de un escudo antimisiles en su territorio, y Alemania llegó a contemplar la posibilidad de que Georgia y Ucrania pertenecieran a la OTAN.

Además, por si fuera poco, los países de la Organización de Cooperación de Shanghái no apoyaron a Rusia en esa empresa bélica y Ucrania afianzó su cooperación económica con la UE en un acuerdo que podría ser el preludio de su pertenencia a la Unión en los próximos años. En fin, la respuesta rusa debilitó a la propia Rusia y fortaleció a E.U. y a la UE. La guerra con Georgia ha sido un catalizador pero en su contra. Los rusos parecen ser los expertos en producir miedo a sus vecinos.

El terreno que han perdido los rusos lo han ganado los estadounidenses en esa vasta región que va de Europa del Este a la frontera occidental de China. Suma de nuevos miembros a la OTAN. Posicionamiento en Kosovo. Colaboración militar con Ucrania, Georgia y Turquía. Asociaciones con países del Mar Negro y del Mar Caspio para buscar petróleo. Construcción de oleoductos en los bordes del Caspio como alternativa a los oleoductos rusos. Bases militares en Kirguizistán y Uzbekistán.

Rusia trata de reaccionar ante este avance ampliando sus negocios energéticos y haciéndole las cosas más difíciles a los EEUU. Apoya a Serbia en la reclamación de Kosovo. Reconoce ella sola como estados a las regiones separatistas de Georgia -Abjazia y Osetia del Sur. Se muestra ambigua frente a los planes nucleares de Irán. Y va a Venezuela a efectuar ejercicios militares con barcos y aviones nucleares.

Sí, Rusia ha vuelto a América Latina. A efectuar negocios, pero también a hacer geopolítica. A tratar de bajar la presión estadounidense que tiene en sus propias fronteras. América Latina debe tener esto claro. En esta nueva competencia que mantienen los Estados Unidos y Rusia por reconfigurar sus supremacías en el mundo -que no se sabe aún qué nombre ponerle porque el de Guerra Fría ya no sirve- esta región será una ficha más para ambos.

Así entonces, cuando se es sólo una ficha y no se tiene el poder de ser un jugador determinante, en los momentos cruciales del juego se es lo menos importante. El mejor ejemplo de esto lo tiene Cuba. En 1962 durante la crisis de los misiles, el personaje menos importante en las negociaciones secretas que mantuvieron Kennedy y Kruchev fue Fidel Castro. Las fichas se usan y se abandonan cuando ya no se necesitan.

"Regresamos a América Latina y regresamos para siempre", dijo el vocero de la cancillería rusa, Alexei Sazonov. Una afirmación cuya seguridad se la otorga el hecho de saber que los estadounidenses van a continuar con sus andanzas muy cerca de las fronteras rusas.

Cuál sería el mejor modo de actuar en este nuevo juego de titanes, que no sea la vieja forma de proceder de la derecha y de la izquierda latinoaméricas, unos temiendo y los otros soñando. Tal vez la mejor respuesta la esté dando Brasil. Negocios. Los asuntos militares, a un segundo plano. Nada de fantasías redentoras.
*Fotografía: AFP

Obama: un sentimiento recorre el mundo


10-11-2008
Hay un derroche de optimismo. Aún sigue pareciendo increíble. Pero ya no es un sueño.
Todos los seres humanos pueden sentir esa fuerza que nos lleva a rechazar lo injusto. A sentir el escalofrío que producen los enjambres de la humillación.

Es sólo una imagen a todo color reproducida en un trozo de cartón. Sin embargo, hacia ella se dirigen los besos de los niños. Cabellos y cejas negras impecables, camisas blancas y piel morena. Saltan, gritan de alegría. Celebran en Nueva Delhi el triunfo de un hombre que está a miles de kilómetros, que no representa a su país y que no será su presidente. Pero ellos celebran de modo incontenible un triunfo que sienten como suyo.

Otros más, los “intocables”, los que ni siquiera pertenecen a la rígida estructura de castas de la India, celebran al frente de una estatua de Gandhi, tocan tambores y bailan mientras sueñan que algún día uno de ellos también podrá llegar a dirigir el destino del segundo país más poblado del planeta.

Un sentimiento ha recorrido el mundo. No ha sido el de pánico o rencor –que lo ha hecho durante estos últimos años. Ha sido la alegría por el reconocimiento de una dignidad que ha sido humillada y despreciada durante siglos. La dignidad de una parte de los seres humanos. La de los negros.

Ese sentimiento de alegría ha engrandecido el optimismo de las minorías y de los débiles del planeta que continúan bregando para que su entorno sea más respetuoso y para que sus vidas sean mejor de lo que hasta ahora han sido. La tierra ha recibido una inyección ética que le hace volver a creer que la justicia no es sólo un sueño, sino que a veces también puede convertirse en una realidad. Esa es una de las razones por las que al lado del alborozo también irrumpieron esas lágrimas que llevaban años represadas, no sólo en los Estados Unidos, sino también en los rincones de África y en los otros rincones del planeta.

A la memoria viene ese espíritu gris que poco a poco se apodera de las niñas y de los niños negros en los primeros años de su vida. Que los de piel clara no los consideran iguales. Ese espanto que ha hecho que algunos se avergüencen del color de su piel, de sus narices anchas y de sus cabellos ensortijados. Que entristece y acompleja cuando se va a la escuela, que se torna insoportable cuando apenas comienza la adolescencia. Y que puede llegar a convertirse en un resentimiento hondo que además, en silencio, se debe aprender a tragar. "Y la ironía final es que si te negabas a aceptar la derrota y te enfrentabas a ellos, tenían un nombre para ti: paranoico, extremista", escribía Obama en uno de sus libros.

Por ello el triunfo de un negro en las presidenciales del Estado con más poder en el mundo, una nación de mayoría blanca, que practicó la segregación racial, del país de los clérigos del Ku Klux Klan, cobra la fuerza que se ha visto en estos días en toda parte. “Y acá en la India nos tenemos que preguntar cuándo veremos un ‘Obama' que nos ayudará a levantarnos por encima de nuestras diferencias. Y guiarnos hacia el ‘cambio en el que creemos'[…]. No en el 2009 […] pero algún día con certeza”, escribía un blogista.

El filósofo moral Peter Singer discutía en uno de sus artículos recientes si el mundo avanza o no hacia un progreso moral a pesar de las barbaridades y atropellos que se siguen cometiendo. Él piensa que sí. “Las palabras tienen consecuencias, y es probable que lo que una generación diga pero no crea verdaderamente la próxima sí lo crea e incluso actúe en consecuencia”, escribe. Y eso es lo que ha pasado en ese país de América. Han convertido un sueño de reconocimiento en realidad.

Un nuevo sentimiento recorre los rincones del planeta. Un sentimiento que seguirá en movimiento porque no todo está hecho. Hay más sueños en espera.
*Fotografía: Reuters