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Furias

o4/02/2011

Casas arrastradas por la corriente, restos de cuerpos esparcidos en el suelo, revoluciones sociales que triunfan contra los déspotas. El año occidental apenas comienza, en un planeta donde acaecen eventos extraordinarios. Inundaciones en casi todos los continentes; atentados terroristas que matan a muchos; y revoluciones dirigidas a derrocar a dictadores.

Todo está sucediendo en grandes proporciones, sin que parezca existir conexión alguna entre estos eventos.

El agua cae a su ritmo y sube hasta donde quiere. En su travesía inunda cultivos enteros, arrastra todo lo que su fuerza le permite, casas, autos, árboles, murallas de cemento, ganado, gente. La desproporción de su furia hace ver insignificante la capacidad humana de respuesta. Devastación en Australia, millones de afectados en Colombia, Filipinas y Sri Lanka, centenares de muertos en Brasil.

Las previsiones que desde años atrás se vienen haciendo sobre los posibles efectos devastadores del cambio climático pueden ser fáciles de digerir en el papel, pero muy difíciles de soportar ahora que empiezan a golpear de forma extrema a la gente.

El primero de enero puede ser un día tranquilo, un día de regocijo para muchos. Pero los cristianos de Egipto no podrán decir lo mismo. En la noche de Año Nuevo en Alejandría, mientras se celebraba una misa, un hombre bomba se explotaba a la salida de la iglesia matando a una veintena de personas.

El veinticuatro de enero el aeropuerto internacional de Moscú fue estremecido por otro hombre-bomba. El suicida había escogido la zona de llegada de pasajeros con el propósito de matar al mayor número posible de viajeros. Mató a una treintena.

El atentado en la ciudad egipcia parece inscribirse en una yihad global promovida por extremistas islámicos; el de Moscú, con separatistas islámicos procedentes del norte del Cáucaso. Estos hechos sangrientos tienen en principio causas y objetivos distintos, no obstante confluyen con el aumento del terrorismo islamista y su amenaza en casi todo el mundo.

La gasolina es bastante inflamable, y puede llegar a ser peligrosa. Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante de un pueblo perdido de Túnez, acababa de ser humillado una vez más por la policía y una funcionaria municipal, había recibido una bofetada y le habían quitado su mercancía. Bouazizi compro un galón de gasolina, bañó su cuerpo en él y se prendió fuego.

Su ira se ha extendido a todo el norte de África, una región gobernada por dictadores y monarcas, que han hecho del despotismo y el latrocinio el modo de atornillarse en el poder, de espaldas a la precariedad en la que vive la mayoría de la población. “Pan, agua, libertad”, “Fuera Ben Ali”, han gritado en Túnez; “Fuera Mubarak”, gritan en Egipto; “Fuera Saleh”, se escucha en Yemen.

Las revoluciones del norte de África hacen parte de esa fuerza que busca en el mundo la desaparición de los autoritarismos. La idea es clara, “se ha acabado el tiempo en que los Gobiernos sobreviven con la represión”, ha resumido el primer ministro de Turquía.

Nada parecen tener en común todos estos eventos que le dan la vuelta al mundo. Los torrentes que azotan a Australia parecen muy lejanos de los hombres-bomba que se inmolan en Rusia y aún más lejanos de las piedras que lanzan los jóvenes en Egipto. Sin embargo, todos ellos pertenecen a las grandes tendencias del futuro.

Las consecuencias de los cambios extremos del clima estarán presentes durante al menos todo este siglo. Y entre más prosigan los gobiernos dilatando la llegada a acuerdos concretos para controlar y reducir el impacto de la acción humana en la naturaleza, los desastres podrían ser peores.

El terrorismo extremista continuará siendo una amenaza real mientras siga existiendo la opresión, mientras la solución a la pobreza y la ignorancia sigan siendo aplazadas, y mientras los seguidores de las distintas religiones sigan considerando superior su creencia por sobre la de los otros.

Y la presión del inconformismo social sobre los gobiernos se irá incrementando debido a las grandes disparidades sociales y los sufrimientos evitables que aún subsisten. En un mundo media-visualmente comunicado, el bienestar y el fin de la opresión constituyen aspiraciones en cualquier rincón olvidado del planeta, que los gobiernos ya no podrán seguir posponiendo.

El siglo apenas despunta. Aún queda mucho por ver.

*Protestas anti Mubarak en Egipto -Reuters 2011.

Publicado en:

http://www.semana.com/noticias-opinion/furias/151292.aspx

http://www.diariocritico.com/mexico/2011/Febrero/opinion/marlon-madrid/253352/marlon-madrid.html

http://www.diariohorizonte.com/noticia/9997/furias


Fitna, el mensaje oscuro


20-02-2009
Ni siquiera se mueve en una línea, sino, en el diluido borde de un hilo. Se desliza sobre él con los brazos abiertos. Sólo con el roce de una pluma caería totalmente al otro lado, al abismo de la persecución y el miedo.

El gobierno británico le había comunicado que no le dejaría entrar en su territorio porque su visita podría afectar el orden público. Lo ha considerado persona non grata. A pesar de ello, él estaba decidido a ir para que se materializara esta advertencia. Que los medios observaran con detalle la humillación, cómo era acompañado por los policías para que abordara el avión de regreso con todos los guardaespaldas que lo resguardan. Escándalo, renombre, cuerpo de una causa que considera justa, ¡Fitna, Fitna, Fitna!, su vídeo, retumbando en la autopista virtual.

Geert Wilders, parlamentario holandés, joven, de modales suaves y melena Elvis Presley, continúa insistiendo en que su vídeo sea visto en toda parte –iba hacia la Cámara de los Lores. Fitna salió hace un año, en su momento el gobierno holandés prohibió su emisión oficial y expresó su rechazo al contenido, por lo que el vídeo terminó emitiéndose sólo en Internet. El título del vídeo, es una palabra de origen árabe que significa guerra civil y castigo al interior de los creyentes musulmanes.

Fitna está llena de escenas violentas protagonizadas por terroristas y políticos islamistas. Inicia con el impacto del avión en las Torres Gemelas de Nueva York, pasa por los momentos dramáticos de los atentados en Londres y Madrid, el degüello del periodista David Pearl en Pakistán, muestra cadáveres en filas, muertos que son arrastrados, clérigos que llaman a asesinar a occidentales y finalmente, a inmigrantes musulmanes en territorio europeo. Cada sucesión es acompañada de versículos del Corán que incitan a la violencia. Concluye con una cadena de truenos.

El mensaje y el objetivo son muy claros. No obstante, si el que lo observa no lo logra captar, antes de concluir la grabación aparecen una por una estas oraciones. “En 1945, el nazismo fue derrotado en Europa. En 1989, el comunismo fue derrotado en Europa. Ahora, la ideología islámica debe ser derrotada”. Y si aún el mensaje sigue siendo ambiguo, dada las amplitudes que se pueden permitir el pensamiento y nuestra libertad, aparecen estas dos últimas: “Pon fin a la islamización. Defiende nuestra libertad”.

En la parte del vídeo que se concentra en los residentes musulmanes en Holanda y Europa, se ven unas barras estadísticas que crecen levemente en la última década. Pero que se prolongan a gran velocidad y hacia lo más alto en los últimos años. Y por un momento no puedes dejar de imaginar que está en proceso una invasión silenciosa y mortal.

Cuando se prohibió su emisión hubo quienes sugirieron que se vulneraba la libertad de expresión. Y con la negación de la entrada a Gran Bretaña, que se vulnera la libertad de movimiento de un ciudadano de la Unión Europea. Wilders y el espíritu de integración de la UE han sido ofendidos, dicen. El papel de víctima viene bien, sobre todo, cuando puede redundar en votos, en fama y en inmortalidad.

Se ha indicado que Fitna tiene el propósito de concitar el debate público sobre el vínculo que existe entre terroristas y el Islam violento -cosa totalmente cierta. También, que se puede prohibir la película pero no el libre tránsito del autor. Estás posiciones ven con un ojo del prisma y olvidan el contexto. La libertad de expresión y de movimiento no son valores absolutos, tienen que compartir la misma canasta de cristal con otros valores que son igualmente importantes.

Ninguno de los dos puede ser palco publicitario para incitar al odio y la persecución. Sobre el contexto, ya existe en la actualidad suficiente miedo y prevención hacia los musulmanes –sin remontarnos aún a la Edad Media-, y este vídeo no suma a las soluciones, todo lo contrario, vigoriza el pánico y la simplificación. Y parece que así lo ha considerado el Tribunal de Apelaciones de Holanda, quien ha concluido que existen méritos para iniciar un proceso contra el parlamentario por sus mensajes temerarios.

Durante unos instantes aparece esa ‘Torre de Babel’ occidental que lleva tantas generaciones construyéndose para dar ejemplo de respeto entre las culturas y, más que nada, para que edifique a los mismos que la construyen piedra sobre piedra. A veces, algunos resbalan y se rasgan en los bordes que todavía permanecen sin limar; se curan y prosiguen. Una torre de valores que ha sido testigo de batallas campales con espada y pólvora entre los mismos que la edifican. A pesar de ello, no ha parado de elevarse aunque se hayan derrumbado pedazos enteros en esas trifulcas encarnizadas. También ha conocido la tranquilidad.

A Geert Wilders le gustan el espectáculo, las cámaras, los reflectores siempre apuntando hacia su figura, estirando los valores hasta el límite y dejando caer sobre ellos sus tesis oscuras. Son tantos los valores que esta sociedad aprecia que le resulta difícil escoger en casos delicados. “En mis declaraciones siempre me he mantenido dentro del marco de la ley”, afirma. En esto consiste el juego, en instigar al odio y la violencia hasta donde la investidura democrática lo permita. Con sus ideas pretende trepar hacia la cima de la Torre, valiéndose de los valores que ha costado construir, para instalar allí una antorcha de la discordia.

Confunde y vencerás. Un modo de proceder bien conocido en la historia de los radicalismos de todo tipo en Europa, siempre con lúgubres desenlaces.

Publicado en:
http://www.diariohorizonte.com/view/articulo.aspx?articleid=22813&zoneid=31